El cáncer es una enfermedad compleja que, además de un componente genético, tiene una raíz profundamente metabólica. Muchas células tumorales dependen casi exclusivamente de la glucosa como fuente de energía. Por eso, la Dieta Humana Óptima (DHÓ) —basada en alimentos naturales, con bajo contenido de carbohidratos y libre de ultraprocesados— puede ayudar a crear un entorno metabólicamente desfavorable para el crecimiento tumoral. Este enfoque se potencia con prácticas complementarias como la inmersión en frío, el uso de cámaras hiperbáricas, ejercicios de respiración y meditación, ayunos intermitentes y prolongados, y un riguroso monitoreo de glucosa y cetonas en sangre. Todo esto busca fortalecer el organismo, reducir los efectos adversos de tratamientos como la quimioterapia y apoyar activamente el proceso de sanación, brindando al paciente herramientas reales para recuperar autonomía, vitalidad y esperanza.